среда, 20 мая 2009 г.

Mafía Rusa

El 5 de Octubre del año pasado se estrenó la película Promesas del Este, de David Cronemberg. Y aunque la temática mafiosa ya me llama la atención, lo que realmente me sorprendió gratamente fue el detallismo con el que tratan el tema de los tatuajes. Dándole casi tanta importancia como a los propios protagonistas.
Yo soy aficionado a los tatuajes desde que me hice mi primer tatuaje hará ya ocho años, y colecciono varias ediciones distintas de revistas del tema, donde normalmente sacan especiales sobre el tatuaje en otros puntos del planeta. Y la casualidad hace que recordase haber visto un artículo sobre el tatuaje de las mafias rusas.


LOS TATUAJES DE LA MAFIA RUSA EN LAS CARCELES DE LOS ESTADOS UNIDOS escrito por Luisa Gnecchi Ruscone.


La caída casi repentina del régimen comunista en la Unión Soviética y su rápida transformación en un país capitalista alteraron completamente el orden social que estaba vigente en Rusia desde hace más de 70 años. Esta revolución radical provocó la aparición de nuevas e inmensas riquezas y consecuentemente también de una clase social nueva inimaginable anteriormente y, al mismo tiempo, enteras categorías de personas que precedentemente gozaban de cargos de poder y privilegio, de repente se encontraron inutilizadas y desempleadas. Lugares hasta ese momento rígidamente controlados y absolutamente inalcanzables como las bases militares y los laboratorios científicos financiados internamente por el régimen comunista –abandonados por la clase nueva que no tenía ningún interés en financiarles- se encontraron en manos de ex científicos desempleados y funcionarios gubernativos ávidos y corruptos o de personas que no querían otra cosa que aprovechar para enriquecerse. De este modo, nacieron y proliferaron cientos de grupos criminales, en guerra unos contra los otros por el control de todas las fuentes de riqueza: el comercio, la industria bancaria, el tráfico de material bélico de todo tipo y la criminalidad organizada en general.
Ex agentes de la KGB, ex militares, ex funcionarios gubernativos desempleados o mal pagados, desprovistos de cualquier poder o privilegio junto a ex detenidos se organizaron en grupos militares, todos definidos genéricamente con el nombre de: “Mafia Rusa o Vodka Dons”. Boris Yelsin concedió a los hebreos, después de años de prohibición, el permiso de dejar Rusia: lo que pareció un gesto de apertura democrática hacia el occidente, en realidad fue una hábil estratagema para vaciar las prisiones y librar s Rusia de miles de criminales, que en su mayoría emigraron a Estados Unidos. Entre ellos había bastantes miembros de la vieja Mafia Rusa.
Ningún otro grupo criminal extranjero consiguió integrarse y organizarse como hicieron los rusos en Boston, Chicago, Cleveland, Los Ángeles, Miami, New York y San Francisco.
Brighton Beach, un barrio popular de los alrededores de Coney Island que cuenta con más de 100.000 inmigrantes procedentes de Europa del Este (de los cuales la mayoría nada tiene que ver con la criminalidad rusa) recibió el sobrenombre: “Odessa en el mar” o “Pequeña Odessa”.
Muchos de los pertenecientes a los Vodka Dons provenían de los campos de reclusión rusos; a diferencia d los miembros de todas las otras bandas étnicas americanas, no llegaron al crimen organizado después de haberse “labrado el porvenir” en las bandas juveniles de la calle, sino que entraron directamente a formar parte de las grandes organizaciones criminales.
La mafia Rusa, apenas llegó a Estados Unidos se unió a las otras organizaciones criminales étnicas: le pareció incluso conveniente aliarse con la Mafia Siciliana y otros grupos criminales Asiáticos y Africanos, para dividir con ellos las ganancias de las distintas actividades criminales en lugar de enfrentarse y estar en guerra con ellos.
Los rusos aprendieron enseguida que los transgresores son tratados en Estados Unidos con mucha más amabilidad y legalidad que en Rusia y supieron aprovechar al máximo las ayudas y el poder de las organizaciones de defensa de los derechos civiles americanos.
Los rusos son unos expertos en la falsificación e imitación de tarjetas de crédito, actividad con la que consiguen sustraer cientos de miles de dólares todos los años a los bancos y a los mayoristas de joyas. La estafa de más provecho ideada por la Mafia Rusa es el “Fraude en el impuesto del carburante” que les ha producido cientos de miles de dólares al año: la estafa consiste en transformar el gasoleo o el Aceite N2 (libre de impuestos) en combustible para calefacción que es vendido de nuevo añadiéndole el impuesto.
Para evadirse del impuesto del carburante, los Dons han creado una cadena de falsas empresas de distribución de carburante para la agricultura y otras actividades libres de impuestos. Esto es posible gracias a su habilidad falsificando certificados y documentos que les permite comprar carburantes a costes bajos y libres de impuestos, que después ellos venden –a través de una red de distribución gestionada por otros grupos criminales- embolsándose el dinero de los impuestos pagados por los consumidores; para aumentar la ganancia, el carburante a menudo es también diluido con productos de mala calidad.
Las familias que históricamente controlaban el crimen en New York, dándose cuenta de la posible ganancia que podrían obtener con las estafas de la Mafia Rusa, se pusieron en contacto con los altos cargos y después de varios encuentros en los baños turcos de los barrios populares de Maniatan, estipularon un acuerdo en base al cual los rusos tenían que pagar un porcentaje por cada galón de combustible vendido a cambio de que las organizaciones históricas locales no se entrometieran.
La estafa del impuesto en los carburantes fue concebido con gran esmero y ha sido muy difícil para la policía descubrir y perseguir a los responsables. Parece que la estafa ha producido a la Mafia Rusa más de un billón de dólares al año en prejuicio de la administración de Estados Unidos. Las autoridades se han visto obligadas a modificar la ley sobre este impuesto, pero la Mafia sigue ideando nuevas estratagemas.
Otra fuente de ganancias ilegal de la Mafia Rusa es el chantaje casi siempre contra inmigrados procedentes de Europa del Este: comerciantes y profesionales hebreos a los que los mafiosos rusos aterrorizan t amenazan cruelmente: no dudando en destruir sus propiedades, golpeándoles y torturándoles hasta matarles con tal de arrebatarles todo su dinero.
Una amenaza que usa la Mafia Rusa consiste entregar a la victima designada una pata de carnero con la pezuña cerrada en una bolsa de plástico: para un inmigrado ruso esto representa una explicita amenaza de muerte. Otros inmigrantes si se niegan a pagar, son amenazados con represalias hacia los familiares que todavía viven en Rusia.
La Mafia Rusa se enriquece también de las compañías de Seguros, ya que deshacen falsas denuncias de accidentes, solicitudes de reembolso por exámenes de laboratorio y curas medicas que no han sido nunca efectuadas; y también con la imitación de teléfonos móviles, el trafico de heroína y cocaína, el blanqueo de dinero, la corrupción y el asesinato por encargo.
Está también implicada en el mercado negro de transplante de órganos y en la inmigración clandestina de jóvenes procedentes de Europa del Este que después son obligadas a la prostitución.
En Rusia la mafia controla, en colaboración con funcionarios gubernativos corruptos, el mercado negro de material bélico y armas de avanzada tecnología incluidos aviones y naves.
Uranio, plutonio, Cesio y Berilio, usados para potenciar la bomba atómica, están muy solicitados en todo el mercado mundial, y por eso existe el peligro de que la Mafia Rusa se apodere de ellos para venderlos a países u organizaciones incontrolables y muy peligrosas.

Los Dons rusos no son difíciles de individuar: les encanta imitar a los gángster americanos de los años 30, visten largos abrigos oscuros, sombreros borsalino y se mueven en lujosas limusinas. Muchos de ellos tienen tatuajes que les identifican como ex detenidos de los campos de prisión rusos.
Cicatrices producidas intencionadamente son una práctica común entre los criminales asiáticos y los rusos (como por ejemplo la amputación de las falanges de los dedos como castigo). Un principiante que se deja reconocer por su victima es castigado por los miembros de la propia banda con un corte en la palma de la mano cerca del pulgar, practicado de manera que quede cicatriz permanente; un castigo más severo todavía consiste en la amputación también del pulgar.
En las cárceles de la Unión Soviética el tatuaje estaba muy difundido, ya sea entre los delincuentes comunes que entre los prisioneros políticos: más numerosos eran los delitos por los que eran condenados y consecuentemente mas larga era la pena, más numerosos eran los tatuajes del detenido. Muchos tatuajes indicaban el rango, otros las proezas cumplidas, y otros eran más personales.
A un condenado a cadena perpetua se le reconocía por la cantidad de tatuajes y por algunos símbolos particulares que solamente quien era condenado a la cárcel de por vida podía tatuarse.
Los prisioneros políticos sospechados de colaboracionismo eran tatuados a la fuerza por los detenidos con símbolos que les identificaban como espías.
En todas las cárceles soviéticas estaba en vigor un rígido sistema jerárquico:
Los “Pakhans” eran los “capos” indiscutidos, gobernaban y organizaban a los otros detenidos; tenían el poder de promoverles o castigarles y llevaban tatuajes que les diferenciaban de los otros. Era su misión corromper a los guardias para obtener droga, alcohol y mujeres. Por debajo de ellos estaba la casta de las “autoridades”, los combatientes, los soldados; al tercer nivel los “hombres” y al final de la escalera jerárquica los “fuera casta”, los pedofilos y los homosexuales.
Los Pakhnas fuera de la cárcel operaban en una organización dividida en grupos de miembros aislados que no tenían contacto con los otros grupos, ni siquiera con el “capo” que comunicaba con el grupo a través de un “brigada” a su vez también controlado. La finalidad de este tipo de organización era la de aislar a los pakhan del cuerpo criminal activo.
Los Pakhan elegían un padrino, es decir el “capo” absoluto de la organización t poseedor del “código de las 18 reglas” que los miembros debían respetar, bajo pena de muerte.

De la revista TATTOO LIFE nº 12 publicado en Noviembre de 2004

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